Volvemos a hablar estos días del aborto y de la intención del gobierno de revisar la ley de plazos, un triunfo que costó años lograr a todas las mujeres. Y tenemos que preguntarnos ¿Cómo volvemos a retroceder así? Muchos y muchas de los que hablan contra el aborto no han tenido hijos, ni saben lo que supone vivir esa experiencia maravillosa, única e absolutamente imposible de explicar. Solamente quien ha tenido hijos sabe lo importante que es tenerlos con libertad y con cariño y lo humillante que puede llegar a ser tenerlos a la fuerza, en medio del dolor y el abandono. Abortar con garantías ha sido durante muchos años en este país una cuestión de dinero nunca, o casi nunca, de moral y cambiar la situación actual sería hacer retroceder a las mujeres en una lucha de décadas. Llama la atención que muchos de los que defienden ese retroceso luego recorten servicios básicos para que los niños que nacen tengan un futuro que asegure su salud, su educación y su desarrollo con independencia de su situación económica y social. Y que sean contrarios a los métodos de anticoncepción, prevención y planificación familiar que son la mejor arma para el amor y la libertad. Y para no llegar a abortar.
Libre te quiero. Poema de Agustín García Calvo musicado por Amancio Prada.
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