martes, 16 de abril de 2013

Contra el miedo




El miedo es un sentimiento irracional, un mecanismo de defensa pero también un ejercicio invalidante. Para una sociedad es veneno puro que puede hacer que termines aceptando que te llamen nazi cuando estás protestando contra los que te echan de tu casa utilizando unas leyes injustas. En Boston estallaron ayer unas bombas en pleno Maratón y el miedo se convirtió en una explosión. Ese es el caso extremo el de la violencia y el peligro real y letal. Lo otro llega en oleadas y en grados. Por medio de suspensiones de pagos, anuncios de EREs, extinción de contratos, cierre de actividad, recortes y miedo a quedarse fuera de todo, sin trabajo, sin casa, sin futuro, sin protección social. Si no estuviera pasando parecería una pesadilla. Pero es real y la única forma de hacerle frente es aterrizar y apelar a la razón. Se puede y se debe defender lo que es justo y lo que se ha conseguido. No permitir que nadie coloque al ciudadano libre y responsable bajo sospecha y rechazar la falta de compasión por el otro y la falta de responsabilidad de nuestros gobernantes. Y sobre todo dejar a un lado el miedo. Porque es el peor enemigo de la alegría y de la confianza en un mundo que sigue siendo de todos y sobre el que todos tenemos que influir. Hay que aflojar, sacudirse la caspa. Y mirar la vida de cara.

Mirar la vida de cara a pesar de todo, hasta del Fondo Monetario Internacional. En una generación perdida... para el FMI, decía José Luís Sampedro.





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