viernes, 2 de noviembre de 2012

Samaín




Estamos encajados en un puente que tira de tradición, porque tiene que ver con la vida y la muerte. La noche del 31 de octubre arrancaba el año nuevo celta. Era, además, Todos los Santos. Y las calabazas reinaban en esa recuperación del Samaín que llega por la americanización de nuestra sociedad que hace que, hablando de Hallowen, hayamos caído en la cuenta. En la cuenta de que nuestros abuelos también vaciaban calabazas y las alumbraban para ahuyentar a los espíritus en noches como la del 31. Se ha producido tal fractura en la transmisión de lengua y tradiciones en Galicia que nos hemos olvidado de muchas de las costumbres que nos hacen únicos en el mundo, porque cada pueblo es único. Y la tradición celta heredada de los emigrantes irlandeses a Norteamérica nos ha hecho conectar con algo que habíamos perdido. Increíble, pero cierto. Nuestros muertos vuelven pidiendo su sitio. Vía Estados Unidos.

La labor de recuperación de la tradición en colegios e institutos y la contribución del profesorado de nuevo en la reconstrucción de la memoria ha sido determinante. Un ejemplo, ya de 2003.





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