La crisis tiene nombre de mujer. Y los recortes, aunque son palabra masculina, también. Los recortes en servicios, en dependencia, en sanidad vuelven a confirmar a la mujer como la solución para cuidar, para mantener a aquellos que no se pueden valer, a los que el Estado no garantiza atención, a los más pequeños y a los más mayores. La condenan de nuevo al hogar, el lugar que, para algunos, le corresponde de forma exclusiva. Los recortes de salarios son recortes en conciliación, el paro crece más entre las mujeres y cuando alguien tiene que quedar en casa es más fácil que quede ella, esperando. La crisis nos demuestra que estamos en pañales cuando se habla de igualdad porque de nuevo nos absorbe, a nosotras especialmente. Y deja la pregunta… avanzamos, era cierto, pero ¿todo aquello puede quedar en nada? Como en todos los retos que ahora estamos viviendo a nivel social el resultado dependerá de la actitud, la individual y la colectiva. Cada día se toman decisiones, cada día se ganan o se pierden pequeñas batallas. Por eso hay que seguir. Ahora más que nunca.
En Deauville, norte de Francia, se reunía en octubre la octava edición del Foro de la Mujer, conocido como el "Davos de las mujeres". En el resumen de la noticia en euronews las dos primeras declaraciones sobre perspectivas de recuperación y análisis económico son de hombres. Estaban las mujeres que mandan en las principales empresas del mundo.
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