Son tantas las fuerzas que están afectando al Deportivo en los últimos meses que la posibilidad de que el juguete rompa se ve clara y patente conforme avanzan los días. Públicamente todos recurren a sus razones, a la historia, al futuro, a buscar salidas, atajos que tensan la cuerda hasta límites muy peligrosos. Hace muchos años que el Deportivo padece est a situación, demasiados. Cuando ganó la liga ya era así. Pero había ganado la liga, tenía un equipo impresionante y no había crisis ni la deuda del fútbol era un problema general. Como ahora, toda la deuda del fútbol, consentida durante años por Hacienda. Tenemos una realidad. Un club de fútbol que para la temporada 2013 2014 en Segunda División cuenta con 14.700 socios, y sus más de dos millones de euros en depósitos, no es algo baladí, por cierto. En el otro lado, un concurso llevado de forma muy torpe, porque el interlocutor no es fácil, porque está siendo muy mediatizado y condicionado por factores extradeportivos y personales y porque el principal acreedor ha sido durante muchos años juez y parte. Hay una fecha tope, el 31 de julio y una sentencia judicial que parece una encrucijada para una plantilla compuesta por jugadores poco sospechosos de boicotear nada, pero tampoco a sí mismos. Shakespeare haría un drama, esperemos que quede en comedia y que aprendamos todos un poco. Ojalá.
Esta situación de tensión institucional total, de fuerzas centrífugas y centrípetas, que ahora puede terminar hundiendo un institución muy importante para A Coruña se dio siempre, con responsabilidades compartidas. También cuando pasaba ésto. Bebeto.
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