miércoles, 8 de junio de 2011

El tercer nivel y el #15M. Los ciudadanos de #Serrat

La realidad parece discurrir en tres niveles. El nivel de los que están fuera de todo. Los tristes protagonistas de doble crimen de Betanzos marcado por la violencia, las drogas y la marginación que hace aflorar la parte más primitiva, menos moldeada por la cultura, del ser humano. El segundo nivel está marcado por la vida de la gente, sus idas y venidas, sus cuitas anónimas que rara vez cobran protagonismo. El tercer nivel es el de las decisiones, el de los políticos, el de los poderes económicos, el verdadero poder. El nivel donde se adoptan medidas que afectan a la gente, en muchas ocasiones sin pensar en que están decidiendo sobre personas, porque ven, salvo honrosas excepciones, números o votantes. Todos somos seres humanos pero el divorcio entre el segundo y el tercer nivel es cada día más acusado. Por eso existen los indignados y por eso deben permanecer donde están. Porque rara vez la gente deja de ser anónima. Y solamente si nos hacemos visibles podemos reclamar nuestros derechos a opinar realmente y a participar en las decisiones colectivas. 


Otra vez Serrat. La canción Ciudadano. Después va la letra porque solamente los grandes pueden describir así lo que es la vida de verdad...La vida de la gente






Anónimos y desterrados
en el ruidoso tumulto callejero
con los vientos en contra va el ciudadano,
los bolsillos temblando y el alma en cueros.
Rotos y desarraigados,
hablando a gritos,
golpeando los adjetivos precipitadamente,
asfixiados en los humos y en las gestiones,
se cruzan y entrecruzan, sordos e indiferentes
a salvo en sus caparazones.

A quién le importarán
tus deudas y tus deudores
o los achaques de tus mayores.

Así reviente el señor
de miedo y de soledad.
Con Dios, ciudadano,
ya te apañarás.

Y se amontonan y se hacinan
encima, enfrente, abajo, detrás y al lado.
En amargas colmenas los clasifican,
donde tan ignorantes como ignorados
crecen y se multiplican,
para que siga especulando
con su trabajo, su agua, su aire y su calle
la gente encantadora... Los comediantes
qué poco saben de nada, nada de nadie,
y son
ciudadanos importantes.

Hijos predilectos,
científicos admirados,
tiernos poetas galardonados,
intermediarios,
ciempiés,
políticos de salón,
y nueve de cada diez estrellas, lo son.

Y los acampados claro, cómo les va?


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