viernes, 30 de mayo de 2014




El Deportivo puede volver mañana a primera división. El ascenso pendiente, pendiente de un tris, llega en medio de la fartura y casi amargura que impregna todo a causa de la crisis. Una crisis persistente y fomentada. Y llega después del toque de atención de las europeas que demuestra que la sociedad está viva en medio del hartazgo. La vida da para todo, de verdad. Da para aburrirse, para soñar, para preocuparse, para reír y para protestar. Para pensar y para decidir. Y para poner una bandera o una bufanda en un balcón porque la alegría de ganar en cuestiones como el fútbol es absolutamente democrática y global. El gran intelectual Albert Camus solía explicar que debutó como futbolista profesional en 1928 con el club deportivo Montpensier y pronto aprendió que la pelota nunca llega por donde uno espera que venga. Aseguraba que ese aprendizaje le ayudó mucho en la vida. También afirmaba que no hay lugar en el mundo donde un hombre, déjennos añadir o una mujer, pueda sentirse más contento que en un estadio. Por eso mañana hay que cruzar los dedos y disfrutar.

En 1992 el Deportivo ascendió a Primera División tras 20 años en Segunda. Hubo historia antes, ha habido mucha historia después y la habrá.


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