Cuando los logros colectivos se convierten en liturgias alejadas de la población dan lugar a actos sin sentido. Se ha celebrado la pegada de carteles de la campaña de las europeas en medio de un clima de desidia social. Una desidia que llega cuando más necesita la sociedad que la gente se implique y controle lo que hace el poder. La desidia lleva a la abstención y la abstención no va tener ninguna consecuencia. Si los dictados de la troika hacen que gobiernos legítimamente elegidos se salten sus programas o traicionen a su base social, la alta abstención, no va a sonrojar a ningún dirigente, ténganlo por seguro. La pegada demuestra que la política ha dejado de ser un acto colectivo y se ha convertido en una escenificación. El ciudadano se ha olvidado de por qué existen las campañas electorales, de por qué se puede pedir el voto o no en un período determinado, de qué es el mandato imperativo. Buena parte de la clase política, no toda, también. Ese es el estado de cuestión. En unas elecciones a las instituciones que más deciden actualmente sobre nuestra vida. Ni que fuera buscado.
Estos días vuelve a ser noticia Raimon, Al vent.
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