martes, 1 de marzo de 2011

En el buen sentido de la palabra...

El padre Espiña era ante todo un hombre bueno. Hay personas que lo son con naturalidad, les sale sin dificultad. Fue el primero en dar misa en gallego en pleno franquismo, en el año 1966, hace 44 años. Se enfrentó a la jerarquía eclesiástica profranquista y fue procesado por el Tribunal de Orden Público por criticar en una homilía los últimos fusilamientos de la dictadura. Vendió el Cristo obrero que le regaló Luís Seoane para ayudar al Padre Villa, y vivió con la convicción de que cambiar el mundo a mejor en lo pequeño y en lo grande para ayudar a la mayoría, era la actitud natural del ser humano. Desde ayer, en Monte Alto, una calle lleva el nombre de Manuel Espiña. Un homenaje a un hombre bueno y a la humanidad entera. 

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