Ser enfermo mental es estar fuera de todo. La sociedad históricamente les ha vuelto la espalda, cuando no les ha utilizado para reírse directamente. Se reían de propio su miedo, ahora lo sabemos. Temor atroz a caer en ese espejo. Por ese mismo complejo social la atención mental ha sido la gran olvidada y sus enfermos los más estigmatizados. Ayer El coruñés Opina habló de los enfermos mentales, era su semana, prometemos hacerlo más. Y hubo quien explicó que en este país cuando te rompes una pierna vas a recuperación a cargo de la sanidad pública, pero que no hay servicio público más que para atender los brotes extremos, ningún seguimiento, ninguna terapia preventiva o de rehabilitación en caso de enfermedad mental. La nada. Las familias, solas, se han unido para buscar una solución a este desamparo y romper con la vergüenza. Aún en estos tiempos de crisis hay que gritar, necesitamos servicios públicos para cubrir esta necesidad extrema que no se cubrió ni en tiempos de bonanza. Hay que seguir contándolo. Es nuestro deber. Y es un deber social buscar soluciones para problemas que son de todos.
Alguien voló sobre el nido del cuco. Discusión con la enfermera, sobre el trato, al menos en aquellos momentos, a los enfermos mentales internos.
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