miércoles, 23 de enero de 2013

Las presiones a la plantilla de las cajas




Ha habido empleados de la antigua Caixa Galicia que se negaron a vender preferentes. Una de ellas contó su experiencia en Hora 25, está sin trabajo, entró en el primer ERE que se aplicó en la entidad tras ser retirada poco a poco de actividad. Un director de sucursal de A Coruña, que no habla, fue trasladado a una de esas oficinas que son, eran, la única institución administrativa de uno de esos ayuntamientos del rural con poca población que ahora desaparecerá en la primera oleada de cierres. Vendían confianza. Y hubo gente que firmó con una equis, porque confiaba. El drama de las preferentes es un drama porque, con independencia de aquellos que firmaron por la alta rentabilidad sabiendo lo que hacían, una minoría, la mayoría de afectados preguntó a los empleados porque quiso asegurarse de que podría disponer de su dinero en cualquier momento. Se rompe ese pacto que asegura el futuro ante una plantilla presionada por una dirección voraz a la que nadie controlaba y se comportaba como un perro de presa. Por eso hay que depurar responsabilidades también por la gestión. También por la gestión.

La sexta columna.


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