En medio de los escándalos de corrupción, de oca en oca y tiro porque me toca, surgen los test de estrés y la banca española saca músculo. Ha pasado la prueba con nota pero habría que decir, en la mayoría de los casos, que los resultados no obedecen a gestiones hiperprofesionales, si no al dinero del rescate de Europa que ha provocado los tremendos recortes que estamos padeciendo y a una situación de privilegio sin apenas asunción de responsabilidades. Asuntos como el de las tarjetas opacas son la punta del iceberg de los negocios redondos a costa de planes de pensiones, hipotecas eternas o el fraude de las preferentes. Hay que decirlo, en medio de este susto continuo por los escándalos de corrupción que tienen como protagonistas a aquellos que en lugar de servir al pueblo han servido a su bolsillo y al poder que tienen por encima. Hay quien asegura que si se juntara todo el dinero de la corrupción y el que segó la mala gestión financiera no hubiera habido motivo para recortes y seríamos campeones por PIB. En el fondo la causa de todo es una democracia precaria y sin mecanismos de control y que en ocasiones roza el caciquismo más primario.
Operación Púnica.
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