Foto de Xurxo Lobato en Mundiario.
La Plataforma Nunca mais volvió a la calle 11 años después del Prestige. Volvió para rechazar que nadie sea responsable de aquel dislate, porque si no hay responsables podría terminar negándose la mayor, que hubo chapapote, que hubo marea negra. Podía decirse que todo fue un sueño y que nada existió. La historia, muchas veces, se ha escrito así. Pero allí había testigos, medios de comunicación que contábamos lo que estaba pasando, marea solidaria y las cosas ya no pudieron ser como habían sido siempre. Once años después hay que volver a reiterar, que la sentencia del Prestige es responsabilidad de un estado que ha negado medios suficientes a la justicia para depurar responsabilidades. Lo hacemos en la era de las redes sociales, donde aún sería más difícil ocultar aquello, pero con un nuevo peligro. Un día Nunca Mais y los astilleros, otro día Paco el de Telefunken, al siguiente la marea verde, la blanca, la azul. Todo en oleadas, nada permanece. Para ordenar eso hay que recuperar la política, la que necesita que el ciudadano milite, donde quiera y sienta, y se implique en los asuntos públicos. Para que no sean unas cúpulas casi eternas, en la política y la economía, las que decidan sobre nuestro futuro.
Nunca Mais volvió a la calle. Marcha multitudinaria ayer también en A Coruña y el sábado en el derby Dépor Lugo así sonaba el Estadio de Riazor.
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