Ha comenzado a operar el helicóptero Pegasus para controlar los límites de velocidad en las carreteras gallegas. 2.500 euros la hora de vuelo. Un presupuesto nada baladí que estaría bien invertir en mejorar los firmes o desarrollar un transporte público alternativo en el país que ha perdido hasta el momento todas las posibilidades de desarrollar un adecuado transporte público. Es cierto que el exceso de velocidadsupone muertes diarias, que iniciativas como el carnet por puntos han salvado vidas en las carreteras, que es necesario ser consciente de que un coche es una máquina muy peligrosa. Fiar todas las soluciones y el presupuesto principal al control no es, no obstante, el camino. Junto a esa sensación de tener encima el ojo que todo lo ve que nunca debería ser aceptada con naturalidad por el ciudadano libre. Que tampoco puede leer mientras conduce, se han dado casos. Esos comportamientos son argumentos para el control que nos perjudican a todos.
Lo del helicóptero controlando el tráfico recuerda, salvando las distancias, a las naves de control de Blade Runner. Por suerte nuestro mundo es diferente al que imaginó Ridley Scott para 2019, dentro de cinco años. Aquella lluvia fina y persistente.
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