martes, 7 de enero de 2014

El mar, el respeto imprescindible y el miedo necesario




El mar ha impuesto su ley definitiva para terminar esta Navidad y nos ha dejado sin aliento. Ha vuelto a recordarnos quien manda aquí y en Galicia si alguien manda es el mar. Alerta roja, vientos fuertes y las olas irrumpen con fuerza moldeando los acantilados una vez más y enfrentándose a nuestros puertos, nuestros prodigios técnicos, tan pequeñitos si pensamos en toda su inmensidad, la del mar. La belleza de su fuerza nos encandila y nos hace perderle el respeto y el miedo. Y al mar bravo hay que tenerle el respeto correspondiente y el miedo necesario. Ayer arrebató a tres personas que probablemente se acercaron a él a consolar una pena y a ver mejor las olas en el acantilado cercano a A Frouxeira. Un lugar de belleza imposible, gracias al mar. Debían conocer a zona, eran de allí, y debían saber que no hay trato posible con alerta roja y olas de diez metros. Pero fueron y los estamos buscando mientras volvemos a proclamar que no hay excepciones, ni medias tintas, ni precaución pequeña ante el mar bravo. El de estos días está siendo tan bravo que, decía alguien cercano, está a punto de salirse, de salirse de sí mismo. Ha inundado el Santuario da Virxe da Barca, ha partido a Pedra do Abalar y ha vuelto a recordarnos quien manda aquí.

A tempestade, Madredeus.


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