Parte de la campaña de las gallegas se traslada a las Américas, no en vano de los 2.696.513 gallegos con derecho a voto, 397.284 están censados en el extranjero. Son casi 62 mil más que en las anteriores elecciones autonómicas que este año tienen, no obstante, que realizar todos los trámites de voto por correo que garantiza la limpieza del proceso. En la provincia de A Coruña se han perdido casi tres mil electores en estos cuatro años, 2.980, mientras que el censo del exterior ha aumentado en casi 20 mil, 19.974. Dos velocidades demográficas, frente a dos realidades sociales. Se puede dar de nuevo el debate sobre la legitimidad de que personas que no viven aquí puedan determinar el gobierno que regirá los destinos de los gallegos cuatro años. Con independencia de eso, vuelve a aparecer una certeza. En estas elecciones, en las que la mayoría para gobernar depende de un diputado arriba o abajo, todas las variables y todos los votos van a ser importantes. Y el voto exterior puede ser determinante. Ya lo fue en las primeras elecciones que ganó Fraga en Galicia. Pero eso es otra historia.
Y el inicio de todo está en el drama histórico, auténtica sangría demográfica que supuso la emigración para Galicia. Con mil historias, mil tragedias. Éxitos y fracasos y una auténtica fractura aumentada por la Guerra Civil y sus consecuencias.
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