jueves, 13 de septiembre de 2012

El juicio del Prestige





El Prestige supuso un cambio en nuestras vidas. Hay un antes y un después de aquellos días y la diferencia no fue sólo un chapapote que dejó heridas que el propio mar ha ido curando, sino que la sociedad civil emergió en Galicia como de la nada y la gente pilotó por unos días su vida pública. Luego cada uno volvió de su corazón a sus asuntos y de cuando en vez nos acordamos de aquello. A Coruña acogerá en un mes el inicio de la vista oral para depurar responsabilidades frente a aquel dislate. No sabemos si la ineptitud de nuestros gobernantes en aquella ocasión superará a la desvergüenza de quienes fletaron un despojo que no debía hacerse a la mar, cargado con el fuel de la peor calidad posible, para recorrer medio mundo. Pero una nueva factura se nos ha presentado. Habilitar Expocoruña para albergar el juicio nos va a costar a todos los gallegos, con la que está cayendo, un millón cuatrocientos mil euros. Pagados por la Xunta, que también pagó en su día el grueso de las indemnizaciones a los afectados, vamos, se autoindemnizó. No es eso, hombre, no es eso.

La pregunta sería ¿Puede costar habilitar Expocoruña un millón 400 mil euros si la indemnización que pide el fiscal por daños medioambientales es de 3 millones 800 mil? Del Prestige hay mil historias que contar.



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