En 1850 el Alcalde Juan Flórez decidía celebrar corridas de toros en la plaza que se construyó en la zona de Zalaeta. Una plaza que vio torear a Ignacio Sánchez Mejías o en la que tomó la alternativa a Luís Miguel Dominguín producto de un tiempo y de una moda que en otros lugares era anterior y se consolidó hasta nuestros días. Aquí los toros se extinguieron por falta de apoyo popular y una tarde de agosto de 1991 el Alcalde Francisco Vázquez inauguraba la Plaza de Toros del Coliseo en un empeño personal de recuperar la llamada Fiesta nacional. En la época actual los toros siempre fueron un espectáculo con desarrollo renqueante, con importantes ayudas públicas, al que acudían veraneantes y una minoría de aficionados que apoyan legítimamente la fiesta, muchas veces previa invitación. Eran quizás el intento más evidente del poder coruñés que envolvía al vazquismo de homologar A Coruña con otras ciudades españolas y de subrayar ese carácter en la ciudad. Esa cruzada se hacía con fondos públicos y cada vez menos apoyos y llegado el PP, que no era padre de la idea, y en plena crisis, nos encontramos con la cruda realidad. Que los toros en A Coruña no son rentables ni cuentan con tradición ni apoyo. Y que era patética e irracional su defensa como espectáculo de masas. No habrá toros en las Fiestas de María Pita, veremos si hay empresas para el Rosario.
Toros en el Coliseo.
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