jueves, 17 de julio de 2014

Pasar la noche en un aeropuerto




170 personas han estado esperando durante 24 horas en el aeropuerto de Heathrow por un avión que no llegaba. A consecuencia de un fallo mecánico que puede ocurrir en cualquier situación. Pero recibieron información a cuentagotas, y no tenían nadie a quien acudir. Había familias con niños, personas mayores y adolescentes de vuelta de campamentos. En el limbo. Y es que cuando un ciudadano, o ciudadana, entra en la zona de embarque de un aeropuerto se convierte en alguien insignificante en medio de la vorágine. Si algo falla no se le trata como a un cliente, que ha pagado un billete y tiene derecho a un servicio, si no como algo que no se sabe dónde colocar. Y sólo cuando hay protesta comienza la búsqueda de soluciones a su situación. Mientras, en los aeropuertos como el de Alvedro, AENA despidió a los trabajadores del servicio de información y sólo hay una línea telefónica desquiciante para atender las dudas. Nos encontramos con una consecuencia más de las políticas de recortes de la falta de respeto al ciudadano medio. Y con la necesidad de que se promueva un protocolo unitario de información, atención e indemnizaciones de las compañías aéreas cuando haya problemas. Porque el ciudadano tiene derecho a una atención y debe reclamarla.

Londres desde el aire.



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