Comienza la campaña electoral en la que los periodistas debemos informar. Para enterarnos de las cosas que pasan tenemos una herramienta fundamental. Las preguntas. Un periodista pregunta algo, y la persona que tiene enfrente, responde. Muchas veces la respuesta ya retrata al personaje, para bien o para mal. En todo caso existe la opción de repreguntar. Nada de eso va a poder pasar con el candidato del PP a la Presidencia del gobierno que no acepta preguntas y realiza actos cerrados sin posibilidad de interlocución. Nos encontraremos también con otro fenómeno curioso. Los mítines retransmitidos, no ya a los ciudadanos si no a los periodistas por los dos grandes partidos. Vas a cubrir un mitin y se habilita una sala con imagen servida por el propio partido y sonido para facilitar, se supone, la labor de información. Luego se sirven las imágenes previamente editadas por los partidos a las televisiones. Y está la tercera modalidad, las noches electorales en las que se sirven las reacciones sin dar opción de mínima libertad al profesional. El colmo está en el deporte. Desde el momento en que se pretende cobrar a las radios por entrar en los estadios y narrar un partido de fútbol. Algunos pensábamos que el periodismo consiste en ir a un sitio y contar lo que pasa allí si es de interés público. Y lo que se está cerrando es la entrada al informador.
Acudamos al clásico. No hay que llegar a eso, o sí? A él le hicieron una película. No es de extrañar
No hay comentarios:
Publicar un comentario