Estamos asistiendo al sonrojo de la imposición del copago en los comedores dependientes de la Xunta en las escuelas públicas, las de zonas rurales y periurbanas, a excepción de los cinturones de las ciudades, y causa vergüenza que se esté planteando esa imposición que, hemos visto, había llegado a otras comunidades autónomas. Con la excusa de que los recortes son una forma de preservar los servicios en el futuro, el PP está desmantelando el estado del bienestar sin despeinarse y, encima, esperando que se lo agradezcan. Hay que decir que, como señalan ampas y directores, la comida del mediodía en el colegio es la mejor que hacen muchas niñas y niños en Galicia en este contexto de crisis y es una garantía de cuidado físico igual para todos. Y que imponer el copago con posibilidad de tupper aún abierta compromete su futuro educativo, segregando a los pequeños a la hora de comer como cuando en un área de servicio uno va al restaurante y otro lleva el bocadillo, y también su equilibrio nutricional. Lo que comen y cómo lo comen. Y más cuando se intentan mantener por parte de la Xunta los conciertos para colegios que segregan a los niños por sexos a pesar de que estas ayudas vulneran la ley actual. Son 3 millones de euros que bien valen unos tupper.
En algunos colegios públicos han echado mano de la imaginación para denunciar la situación que se puede crear si siguen los recortes educativos.
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