miércoles, 27 de julio de 2011

¿Dónde está el límite si toleramos que los niños se mueran de hambre?

El nivel de aguante de una sociedad es directamente proporcional a su miedo. Pero el miedo paraliza e impide reaccionar. Ves las imágenes de esos niños que se están muriendo de pura hambre en África, pasa cada día, aunque ahora mismo es todavía peor, y te das cuenta de que estamos acostumbrados a convivir con la miseria de los otros. Un mundo que tolere eso puede tolerarlo casi todo. Asentamientos chabolistas, que no sirva que te embarguen una casa para saldar una deuda de una hipoteca, atascos sin límite, cantos de sirena de la sanidad pública, recortes en educación, que la carga fiscal entre las rentas de los ricos y de la gloriosa clase media esté completamente descompensada. Todo para no llegar a ese otro espanto. Un espanto que toleramos, conocemos y aceptamos. No llegar a eso parece ser el objetivo. Y nos olvidamos de reclamar un mundo en que eso, que los niños mueran de forma masiva de hambre, no sea posible, ni concebible.   


El problema es que hemos perdido la capacidad de imaginar...



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