No nos cansamos de decirlo, en Galicia la dependencia del coche, a consecuencia de la dispersión de la población y de la falta de transporte público, es mayor. De ahí que haya que mimar el estado de las carreteras secundarias a la espera de que se consolide la necesidad del transporte colectivo, de que se exija a las administraciones públicas y de que se cree la costumbre y se consolide su uso. En días como hoy, con muertes y heridos en las carreteras en medio de motos, coches, e índices de alcoholemia hay que pensar de nuevo que hay que buscar soluciones colectivas a las consecuencias trágicas de los comportamientos individuales. No hay otra.
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